Se puede definir el trauma psicológico como una huella difícil de borrar que genera malestar psicoemocional y afecta diversas dimensiones de la persona: se conecta con los pensamientos y creencias (esfera cognitiva), influye en la forma en que se dan las relaciones con los demás y con el entorno (esfera psicosocial), y puede impactar la salud física (esfera psicobiológica). Esta huella puede surgir a partir de experiencias traumáticas, situaciones con alta carga emocional o sucesos vitales significativos ocurridos en la infancia, adolescencia o adultez, como por ejemplo: presenciar  desastres naturales, ser víctima de violencia o abusos, accidentes, sufrir pérdidas de seres queridos (humanos o animales), entre otros. Uno de los trastornos más frecuentes asociados al trauma es el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), que requiere atención y acompañamiento psicosocial, con una intervención que varia dependiendo de los diferentes factores que componen los casos que se presentan.